Por Ivonne Acosta Neira
Desde su profesionalización, la crítica ha pasado por crisis de identidad que repercuten en la manera en que se lleva a cabo. Pero, ¿cuál es el propósito de la crítica?, ¿qué debe hacer el lector una vez leído el análisis del crítico? Estas interrogantes fueron abordadas por Terry Eagleton en La función de la crítica, donde destaca su función social.
En los siglos XVII y XVIII, la burguesía en Europa mantenía un discurso donde predominaba la razón y el pensamiento analítico por sobre las políticas autoritarias. De este modo, se formó un puente entre el Estado y la sociedad civil, así como un contrapeso de ideologías. En consecuencia, este ambiente generó debates y la proliferación de un conocimiento generado bajo el supuesto de la razón crítica.
En el Nuevo León del siglo XX, la crítica –y la producción artística– surge desde grupos civiles alrededor de los años cuarenta dentro de sistemas universitarios. Son estos grupos de clase media con acceso a la educación los que intervienen en el proceso de producción del arte y la crítica en revistas y suplementos culturales locales con intercambio en algunas ciudades del norte, principalmente Saltillo y Monterrey.
Esta manera de organización del arte tuvo su razón de ser ya que la región fue abandonada por la Iglesia Católica y el Estado en cuanto a lo que en materia de producción y patrocinio artístico respecta. En respuesta a este ambiente hostil para las artes, las esferas de intelectuales se apoyaran en los periódicos, o bien tuvieran la iniciativa de hacer revistas que abrieran paso a un presente y un futuro con vida cultural como ya sucedía en el centro del país por esos años.
Sin embargo, no fue hasta la década de los ochenta donde aparecieron tentativas estatales para publicar y promocionar la actividad literaria de la ciudad. En paralelo, se organizó un grupo de escritores y críticos para la creación del suplemento cultural Aquí vamos, que se entregaba dentro del periódico El Porvenir. Dicho suplemento estuvo vigente durante diez años (1982-1992) y pasó por tres coordinadores; Jorge Cantú de la Garza, Rosaura Barahona y José Jaime Ruiz.
El propósito de este suplemento era llevar cultura a toda la población, pues así como lo menciona la postura editorial del Aquí vamos, “[…] la prensa es un medio de difusión masivo y por lo tanto su información debe llegar a las mayorías” (no. 1, 1982). El proyecto se convirtió en un lugar de convergencia entre creadores y críticos, siendo que éstos últimos simplificaron su lenguaje para que los futuros lectores tuvieran una experiencia más amena y se acercaran a la literatura –y otras artes– con interés y libres de prejuicios y temores.
Se entiende que una crítica ideal es aquella que no está cruzada por intereses políticos o económicos y guarda las subjetividades a los poetas, pero, en la realidad, no existe este crítico perfecto que hace una crítica perfecta y que no depende de un poder mayor para ser publicado y subsistir económicamente. Existen muchos factores que no permiten surgir a este crítico ideal que deje en cada reseña una opinión digna de ser enmarcada –o puesta en las cintillas que las editoriales colocan estratégicamente en los libros para aumentar la circulación y demanda de las obras–.
Ser conscientes de la imposibilidad del crítico vuelve su trabajo aún más importante para el presente en el que escribe. Pues asimilar que la crítica que se haga hoy es relevante y válida en este presente puede ser, con el paso de los años, una opinión que no se ajuste con el nuevo presente y sus aparatos ideológicos.
Cuando un crítico escribe teniendo todo esto en cuenta es el momento en que se preocupa verdaderamente por llevar la lectura a las masas. Abandona las posturas paternalistas y llenas de soberbia para acompañar al lector en su camino por la literatura. La crítica en el norte, al menos en Nuevo León, no puede – ni debe– abandonar su labor periodística.
Asimismo, es importante dimensionar el papel de la crítica en una región que estuvo, durante muchos años, culturalmente desamparada por el Estado y la Iglesia y que cuando se hace crítica en el norte no debe ser para unos cuantos, sino continuar con el propósito vital y masificador con el que nació en un principio.
Fuentes consultadas:
Eagleton, T. (1999). La función de la crítica, Fernando Inglés Bonilla (trad.), Paidós
Nadal, J. (2020). Función de la crítica inmediata. Valenciana, 13(26), 231-254. Epub 22 de diciembre de 2020.https://doi.org/10.15174/rv.vi26.541
Zúñiga, V. (1993). Promover el arte en una ciudad del norte de México (los proyectos artísticos en Monterrey, 1940-1960). Estudios Sociológicos, 11(31), 155–181. http://www.jstor.org/stable/40420201