Por Ivonne Acosta Neira
Hace unos años –pongamos mediados del siglo XX–, la cultura en el estado de Nuevo León se circunscribía a Monterrey. Entonces, cuando se hablaba de cultura, en realidad se referían al sur del estado. Fue en la década de los cincuenta que prolifera la vida cultural. Gracias a Raúl Rangel Frías y Francisco M. Zertuche, quienes ante el panorama industrial y con miras al centro del país, buscaron que en la provincia también se generara un ambiente –no tan hostil como su clima– de vida cultural.
Pero fueron las inquietudes artísticas de los jóvenes de esta época quienes crearon un movimiento cultural, empezando por los talleres literarios y cineclubes. A través de las universidades como el Tecnológico de Monterrey y la Universidad de Nuevo León[1] aparecieron revistas literarias, semanarios y folletines donde se abordaban aspectos de literatura, cine, arte, música y ciencia. Pero la falta de recursos, la poca experiencia y una periodicidad inconsistente llevaron a su fin a muchos de ellos.
Otra curiosidad que sucedía con las revistas es que, cuando cambiaban de dirección, desaparecían unos años y resurgían posteriormente como lo fue el caso de Cathedra, revista de la Facultad de Filosofía y Letras de la UANL. Los números más recientes son de 1974, pero sus orígenes datan desde 1943, bajo el nombre de Cátedra, cuando era publicada por el Colegio Civil, hasta la dirección de Miguel Covarrubias en 1969. Entre otros dirigentes de la revista se encontraron Ludivina Cantú y Minerva Margarita Villarreal.
Hubo, además, nuevas revistas que impactaron en proyectos culturales para décadas posteriores, como lo fue Kátharsis, dirigida por Jorge Cantú de la Garza, y Apolodionis por José Alfonso Elizondo y César Issasi, en su primera etapa. Posteriormente, Miguel Covarrubias continúa esta labor en 1965. Por otro lado, el sector privado se mantuvo relevante con algunas publicaciones como Trivium (1948-1951), donde comenzó a publicar Gabriel Zaid y los Cuadernos de Humanidades (1966-1969), ambas revistas del Tecnológico de Monterrey.
Fuera del ambiente universitario, diarios como El Porvenir, El Norte, Diario de Monterrey y Tribuna de Monterrey lanzan los famosos suplementos culturales. Publicaciones semanales en donde colaboraban escritores expertos en diversos temas como crítica literaria, crítica de cine, teatro, política, arquitectura y ciencia. El abordaje de estos temas se hizo a través de un lenguaje sencillo para poder ganar lectores locales y que mediante sus suscripciones pudiera subsistir económicamente el suplemento.
“El grillo verde” fue el primer suplemento cultural que aparece en el panorama moderno de Monterrey. Su vida fue apenas un destello (1962-1963), a comparación de lo que vendría siendo su sucesor el “Aquí Vamos” (1982-1992). Los fundadores de “El grillo verde” fueron también miembros del grupo Kátharsis, y mediante este proceso, la creación y la crítica salen del resguardo de las aulas y se incorporan a un espacio y público más grande que ciudad universitaria.
Entre los coetáneos del “Aquí Vamos” se encontraron “El Volantín” (1981-1989) del Diario de Monterrey, “Ensayo” (1982) de El Norte y “Atril” (1985) de Tribuna de Monterrey.
Pocas han sido las publicaciones que sobrevivieron al paso de los años. El cambio de direcciones y políticas fueron el acabose de muchos proyectos, pero también hubo algunas que sobrevivieron a todo este ajetreo, como Interfolia (1953), revista de la Capilla Alfonsina Biblioteca Universitaria (CABU) y Armas y Letras (1944).
Interfolia nace como órgano mensual de dicha biblioteca auspiciada por el Patronato Universitario. En una primera época (1953- 1980) estuvo dirigida a sus donantes e incluía información sobre las adquisiciones de acervos y otras bibliotecas mexicanas. Retomó su publicación bimestral bajo la dirección de Jorge Pedraza (1996- 2000) y pasa por otras breves direcciones en donde se actualiza en diseño y contenidos, aumenta su número de páginas desde el 2009 y se vuelve una revista cuatrimestral.
Otro fenómeno popular en la comunidad universitaria es Armas y Letras (1944) que empezó siendo un boletín informativo de cuatro páginas. Raúl Rangel Frías pretendía informar y formar a maestros y alumnos. En un principio la revista estaba dirigida para complementar la enseñanza humanista de los universitarios y sus docentes.
Recibe su nombre del capítulo XXXVIII de la novela Don Quijote de la Mancha. Actualmente Armas y Letras consta de publicaciones trimestrales, donde aparece creación literaria, reseñas, ensayos académicos, entrevistas, entre otros géneros literarios.
Sin este avistamiento, pareciera que los escritores del norte surgieron de la nada, publicando grandes títulos en diferentes géneros como novela, poesía o teatro. No obstante, aquellos nombres que quedaron inscritos en la literatura regional se estuvieron gestando tímidamente entre las páginas de las publicaciones de talleres literarios como Deslinde y Fruta Verde, por mencionar algunos con más popularidad y trayectoria.
Varios de los escritores lograron profesionalizar su trabajo a través de su colaboración en suplementos culturales y posteriormente, gracias a la disciplina de publicar semanalmente, florecer un talento hecho a base de trabajo constante y forjarse un nombre en las letras mexicanas.
Todavía hay ecos de ese fervor por mantener una vida cultural activa y relevante en la ciudad. La inquietud artística de aquellos jóvenes de los cincuenta se proyecta aún en mi generación. Ellos y ellas están escribiendo, gestionando y publicando sobre literatura, música y otras manifestaciones artísticas. Escribe Leila Guerriero: “Porque todo lo que pasó se ha ido. Pero lo que queda es mucho.”[2]
Presenciamos ahora un panorama atiborrado de tecnología que no conocieron los suplementos culturales del siglo XX. Su tradición pareciera haber llegado a su fin, que todo lo que pasó se ha ido, pero el impacto que dejó en los lectores y escritores es mucho.
Bibliografía consultada:
- (s.f.) Índice de revistas culturales en Nuevo León 1900-2010. Coordinación del CRIPIL Noreste. Recuperado del archivo de Letras Hispánicas de la Facultad de Filosofía y Letras de la UANL
- Conarte Nuevo León. (20 de marzo de 2024). Panorama literario en Nuevo León: Década de los sesentas y setentas. Participan: Miguel Covarrubias y Genaro Saúl Reyes. Liga: https://www.facebook.com/conartenl/videos/330513840014628
- Covarrubias, M. (1994). Junto a una taza de café. Ediciones Castillo.
[1] La UNL se vuelve autónoma hasta 1971
- [2] Guerriero, L. (2019). Teoría de la gravedad. Libros del Asteroide.