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Que mitserio tem Clarice: pequeñísimo ser y serse rondín sobre su Agua Viva (1973)

 

 

Que mitserio tem Clarice: pequeñísimo ser y serse rondín sobre su Agua Viva (1973)

 

Por Ángel H. Candelaria

 

So pena del yerro y algunas prontas truhancísimas licitaciones vuélcome con todo aquello que implícannos la desnudez anca la tromba de, siquiera pretender, hablar sobre Clarice Lispector: Escritora, cronista, bruja, madre, mito imponentísimo en potencia a punta de hambre y culto al desparpajo. Es indiscutible, en prima instancia, el papel que los años han dotado a su obra, misma que suscita las más de las veces encarnizadas cruzadas que orbitan desde la relación pensamiento – poesía, la condición de la trasterra y la consciencia de clase, las instancias del modernismo brasileño e inclusive el surrealismo, por mencionar siquiera minucias algunas. Además de considerarse uno de los legados más preciados de la literatura brasileña que ha sido analizado ( me interesaría más la idea del destazamiento: la disposición del ser vivo que es la obra frente a tantísimos desgarros, como carne presta a la vendimia ) en diversísimas veces, ejemplo de ello Por qué este mundo (2017) de Benjamin Moser, Eu sou uma pergunta Uma biografía de Clarice Lispector (1999) de Teresa Cristina Montero Ferreira, o Clarice Lispector, la escritura doble (2024) de Brenda Lozano, siendo este último uno de mis acercamientos preferidos; estos textos inflaman el espacio que los lectores hennos forjado en pro de un cierto yugo de arboración perpetua como lo es la obra de esta autora que en todo su glamour y aura de misterio, a mi parecer, siempre supo demasiadas cosas.

Si nos detenemos un momento a pensarlo, ¿quién no tiene algo que decir de la Lispector? Alce la mano aquel que no tema caer de rodillas y admítannos así nomás, de bote pronto, qué pieza de la constelación clariceana estremésele los sueños y ráptale el aliento. Comienzo yo que trájome aquí Agua viva: novela-objeto gritante aparecido vez primera en 1973 y que comienza a orquestar el cierre de la obra clariceana. Continuando con la imbatible pesquisa por decentrar-extrañar-expandir el pulso del lenguaje y de cerca a su tan citada costumbre de la re-escritura y re-hechura del texto, Lispector propone, una vez más, un recorrido por las inquisiciones que acometen a la narradora que, más que hilvanar una anécdota, convida sin renuencias aquello que bríncale de cuán en cuándo y aquello que ráptale el espíritu: el ser de la cosa; y no es sino en su ir detrás de, en su irse siendo posible cachivache que borbótase experiencias y tropiezos, que comienzan a desdibujarse los horizontes y la gentileza comúnmente impuestos en la relación lector-lectura-obra. Porque a fin de cuentas todo podríase reducir a la fatiga: de quien escribe, de quien lee, de quien habita esos otros espacios de que dotannos la trinchera literaria y las imposibilidades que penetrannos hasta medular no bien nuestros ideales, sino los filtros de que impregnamos el afuera, el otro, el lenguaje: <<Pero estoy intentando escribirte con todo el cuerpo, enviarte una flecha que se hinque en el punto tierno y neurálgico de la palabra>> (pp.8)

Vagamundamente, esta obra demanda algo más que el desciframiento. Si miramos a la distancia, podríamos apuntar que la voz narrativa vuélvese consciente de sí y es en su propia consciencia, puntada de sangría a que imagino viraban las posibles intenciones de Clarice, que el acto de lectura precisa no ya del entendimiento sino de una otra forma de razonar. En una misiva respecto de Agua viva, José Américo Motta apunta:

Tive a impressão de que você quis escrever espontaneamente, ludicamente, a-literariamente. Verdade? Parece que, depois de recursar os artifícios e as artimanhas da razão (melhor talvez – das racionalizações), você parece querer rejeitar os artifícios da arte. E despojar-se, ser você-mesma, menos indisfarçada aos próprios olhos e aos olhos do leitor.

Aseveración que corrobora nossas sospechas: no bástannos ni bastará la avidez y la entrega que empecinados depositémosle al encuentro con la obra. Hemos de mirar con otros ojos, ojos mismos que han de permitirse tanto el despojo como la sospecha y, como si de un animal a punto de ingresar al matadero se tratara, permitirse mirar en su sofoco la imposibilidad del mundo y los retruécanos a que pueden incitarnos el arte, la palabra, lo cotidiano: hacen gala las flores, el color, la forma, las texturas y los pigmentos, hasta el mismísimo Dios, y en su aparente cerrasón, esta voz insta milagros y piruetas:

El coraje de vivir; dejo oculto lo que necesita estar oculto y necesita propagarse en secreto.

Me callo.

Porque no sé cuál es mi secreto. Cuéntame el tuyo, enséñame el secreto de cada uno de nosotros. No es un secreto inconfesable. Es sólo esto, secreto. (pp.55)

En este sentido, Agua viva es también deambuleamiento, vagamunda donde el objeto y la acción del arte cuestionan sus propias hechuras y cuestiónannos … ¿qué exactamente? Chantal Maillard dice que El arte nunca ha dejado de ser ensamblaje, engarce de elementos, promiscuidad de las diferencias, orden incluso en el desorden, organización incluso y sobre todo cuando desorganiza. Todo decir es decir algo, y todo algo atestigua de una voluntad de significación; de la misma manera, todo mostrar o presentar define sobre el fondo un todo articulado que produce, en quien lo recibe, una impresión sensible. (pp.14) Podría ser ese el camino mas escápasennos ese signo de lo que hubo, aquello que se nos va yendo con la literatura. Creo febrilísimamente que Agua viva invitannos al paseo por la inconsciencia no en pos de la comunicación, sino del despertar del mundo que nunca acaba de acabar de ser y serse.

Al final, no se trata de una forma especial de literatura; mas bien hablamos de una otra posible danza del lenguaje, un lenguaje que huye y en esa huida perpetua los sinfines y los re-comienzos como sólo la Lispector sabía hacerlo. Ya lo confiesa, so pena del yerro y truhansísimas licitaciones, Agua viva:

<<Lo que te escribo continua y estoy hechizada.>> (pp.81) .

 

Referencias:

Maillard, C. (2017) La razón estética. Galaxia Gutenberg. España

Lispector, C. (1973) Agua Viva. (Trad. Elena Losada)

 

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