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Gabriel Zaid, inventor de máquinas literarias

Por José Miguel Muñiz Apresa

 

En 1967 Gabriel Zaid publicó La máquina de cantar, título que tomaba de un concepto que Antonio Machado había presentado a través de un personaje “filósofo, retórico e inventor de una Máquina de cantar”, en Cancionero apócrifo de Juan de Mairena, según lo recuerda el mismo Zaid en “Las burlas veras”, primer ensayo de ese libro.

Para el autor nacido en Monterrey en 1934 y educado como ingeniero en el Tec de Monterrey, el encuentro entre la literatura, el mundo cultural y los métodos estadísticos pueden convivir en perfecta consonancia y con distintos fines: para hacer análisis serios, para hacer crítica incisiva o para imaginar posibilidades metodológicas, como cuando propone en el ensayo “Sobre la producción de elogios rimbombantes” la creación de un sistema “mecanizado” para la producción de elogios, una industria que “necesita modernizarse” a través de “elogios mecánicos de verdad: acuñados con máquinas”.

Como éstas hay muchas otras ideas a lo largo de la obra de Zaid, basta leer los ensayos “¿Quién es usted?” o “Ratings poéticos” publicados en Leer poesía (1972), que en nuestros días nos remiten a la ciencia de datos o a la inteligencia artificial a través de máquinas que calculan cifras o analizan textos y que a él le dieron resultados que le sirvieron para medir con mucha seriedad, pero también para criticar de manera incisiva, objetos literarios o contextos sociales con datos reales en la mano.

A diferencia de Franco Moretti, quien hacia el siglo XXI presentó su método de lectura distante donde usa bases de datos relacionales para leer la literatura desde una perspectiva de datos, Gabriel Zaid usaba ya desde finales de los 60 el método sin presentarlo como tal: para él era una herramienta a la que podía recurrir. Quizá sin proponérselo, ha sido un pionero de las Humanidades Digitales que nos ha dejado muchas pistas de cómo combinar métodos de las ciencias computacionales con los que usamos en humanidades. Veamos su idea presentada en “Fundamentos de la antolometría”:

Como tantos grandes descubrimientos, la antolometría nació por accidente. A la vista de las antologías que fueron apareciendo en 1966, releíamos la crítica de Octavio Paz a la de Castro Leal, y pasamos de nuevo por la especie de que ‘en la Nueva España hay más poetas que estiércol’. Esta alusión, dura pero justa, a la compilación de Castro Leal, nos parecía, sin embargo, imprecisa. ¿No habría manera de cuantificar? Para intentarlo, fuimos midiendo antologías con una simple división del número de poetas incluidos entre el tiempo transcurrido (según el año de nacimiento) del mayor al más joven.

Gabriel Zaid propone sistemas con los que puede sacarles mayor partido a los datos que identifica en los objetos que analiza. Y visto desde las Humanidades Digitales, sus modelos se antojan mucho para ser puestos en práctica experimentando con métodos que nos permita experimentar aquello que él mismo llamaba el “Índice de Zaid”, o métodos que permitieran la toma de decisiones en el mundo editorial. Después de todos, sus métodos están descritos en sus textos, con variables bien definidas. Cuestión de seguirlos con el mismo ánimo de experimento y juego con el que él lo propone. Seguro nos encontramos una grata sorpresa.

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